Empecé a oír a Brassens cuando estaba en el instituto y la profesora de francés nos ponía sus canciones, junto con las de Moustaki y Brel. Pero fue realmente a partir de las versiones que cantaban Claudina y Alberto Gambino, las de Javier Krahe y, especialmente, las que grabó Paco Ibáñez, cuando decidí que yo quería hacer eso: cantar temas de Brassens en castellano. Así que me puse manos a la obra y empecé a adaptar 'El almendro' y 'Los enamorados de los bancos públicos'.
Apenas tenía un par de temas adaptados cuando descubrí el libro "19 canciones de Georges Brassens con versión para cantar de Agustín García Calvo". La alegría fue inmensa. Lo compré enseguida y me fui a casa a disfrutarlo. Empecé a grabar en un aparato analógico de 4 pistas, que por entonces tenía, algunas de estas canciones con la intención de enviar una cassette a la editorial Lucina. Por suerte A. G. Calvo vino por esas fechas a Valencia a dar una conferencia y aproveché para dársela en mano. Pocos días después me escribió para decirme que le habían gustado y animarme a seguir grabando y, sobre todo, a cantarlas en directo allá donde pudiera.
***Apenas tenía un par de temas adaptados cuando descubrí el libro "19 canciones de Georges Brassens con versión para cantar de Agustín García Calvo". La alegría fue inmensa. Lo compré enseguida y me fui a casa a disfrutarlo. Empecé a grabar en un aparato analógico de 4 pistas, que por entonces tenía, algunas de estas canciones con la intención de enviar una cassette a la editorial Lucina. Por suerte A. G. Calvo vino por esas fechas a Valencia a dar una conferencia y aproveché para dársela en mano. Pocos días después me escribió para decirme que le habían gustado y animarme a seguir grabando y, sobre todo, a cantarlas en directo allá donde pudiera.
Antonio Selfa canta a Brassens
1 - La mala reputación (La mauvaise réputation)
2 - El enterrador (Le fossoyeur)
3 - El gorila (Le gorille)
4 - Se me fue el santo al cielo (Je suis un voyou)
2 - El enterrador (Le fossoyeur)
3 - El gorila (Le gorille)
4 - Se me fue el santo al cielo (Je suis un voyou)
5 - Tan linda flor (Une jolie fleur)
6 - Los ombligos (Le nombril de femmes d'agent)
7 - La mujer de Abel (La femme d'Hector)
8 - Morir por ideas (Mourir pour des idées)
9 - Rebotes en el agua (Les ricochets)
11 - Cuando pienso en Teresa (Fernande)
10 - 93 veces de cien (Quatre vingt quinze pour cent)
(grabadas en Valencia entre 1990 y 1993)
***
(“La mauvaise réputation”)
En el pueblo yo, con perdón,
tengo mala reputación:
que me mueva o quieto me esté
paso por un qué sé yo qué.
Y eso que no sé que a nadie le dañe
que yo a mi manera me las apañe.
Pero es que ellos no quieren que
ande uno por donde le dé:
no, jamás te perdonarán
si no vas por donde ellos van.
To el mundo dice “Mira, ahí va”
menos los mu – dos, claro está.
¿Que es el 12 de Octubre hoy?:
en mi camita yo me estoy;
y si suena la musicá,
yo, ni me viene ni me va.
Y no sé que a nadie le perjudique
porque a los desfiles no me dedique.
Pero…
To el mundo apunta para acá
menos los man – cos, claro está.
Si un ratero pasa a mi lao,
que lo persigue un hombre honrao,
pues ¿qué quieren?: yo meto el pie
y el de atrás de morros se ve.
Y el caso es que a nadie arruino de veras
por dejar que escapen los robaperas.
Pero...
No hace falta ser un faquir
pa adivinar mi porvenir:
si una cuerda a gusto les dan,
de corbata me la pondrán.
y el caso es que el cielo no se desploma
porque mi camino no vaya a Roma.
Pero…
To el mundo en la horca me irá a ver
menos los ciegos, es de creer.
*****
EL
ENTERRADOR
(Le
fossoyeur)
No
es que tenga yo mal corazón:
no
deseo a nadie defunción:
pero,
si no hay muerto, al pie
de
esta hoya la diñaré:
soy
un pobre enterrador.
Creen
por ahí que no me hace sufrir
explotar
difuntos pa vivir;
pero,
aunque sin rechistar,
los
entierro a mi pesar:
soy
un pobre enterrador.
Y
si suelto el trapo a la emoción,
me
echan pullas los del pelotón:
dicen
ellos “Eh chaval,
tiés
cara de funeral”.
Soy
un pobre enterrador.
Manque
diga que el Hombre es mortal,
no
lo logro ver tan natural;
y
no sé tomarme la
muerte
como viene, ca:
soy
un pobre enterrador.
Muerto
que ni vi ni supe, ¡adiós!
Si
de ahí abajo se ve a Dios,
dile
lo que me ha costao
cá
palada que te he echao.
Soy
un pobre enterrador.
*****
SE
ME FUE EL SANTO AL CIELO
(Je
suis un voyou [J'ai perdu la tramontane])
Yace
aquí en mi corazón una vieja hazaña,
un
recuerdo de una chica a la que quise bien.
Puede
el Tiempo a su placer darle a la guadaña:
dura
aquí mi lindo amor para siempre, amén.
Se
me fue a mí el santo al cielo
cuando
ví a la Inés,
reina
en zueco, diosa en velo
de
a dos duros tres.
Si
las flores por la calle se echaran a andar,
en
la Inés por aire y talle
harían
pensar.
Yo
le dije “¡Si la Virgen
se
parece a ti!”
Dios
me lo perdone, pero
era
un poco así.
Que
me lo perdone o no,
me
trae sin cuidao:
yo
ya tengo el alma en pena:
soy
un condenao.
La
graciosa iba al Rosario;
se
iba a arrodillar:
a
qué sabrían sus labios
me
puse a probar.
Me
dijo ella, muy severa,
“Eh,
¿qué haces ahí?”,
pero
me dejó que hiciera:
ellas
son así.
Yo
le dije “¡Por la Virgen,
quédate
aquí al pie!”
Dios
me lo perdone, pero
ca
uno a su quinqué.
Que
me lo perdone o no...
Era
discreta, y tan buena
que
ni en el Edén:
manzana
de la condena
mordí
en su sostén.
Me
dijo ella, muy severa,
“Eh,
¿qué haces ahí?”,
pero
me dejó que hiciera:
ellas
son así.
Yo,
sin querer, el vestido
le
rasgué, ris-ras.
Dios
me lo perdone, pero
no
podía más.
Que
me lo perdone o no...
Se
me fue a mí el santo al cielo
al
perder a Inés,
que
se casó a contrapelo
con
un feligrés.
Debe
tener a estas horas
(y
¡qué horas son!)
dos
o tres críos que lloran,
que
les dé el peón.
¡Y
antes que ellos yo a su madre
mamé
con fervor!
Dios
me lo perdone, pero
era
por amor.
Que
me lo perdone o no...
***
TAN LINDA FLOR
– “Une jolie fleur”-
– “Une jolie fleur”-
Tan ciego nunca hubo un enamorao
que como yo anduviera de cogote:
la vista, en fin, me la había jorobiao
de tan de cerca mirarle el escote.
Tan linda flor en pellejo de zorra,
zorra tan linda en disfraz de flor,
que te hace un mimo y te atrapa y te emporra
y por la porra te lleva alrededor.
La había dotado Dios de gracias mil:
de las que dan calambre si se toca:
tantas, que yo, que si aquí, que si allí,
ya no sabía donde dar de boca.
Tan linda flor…
Cabeza no tenía: en un dedal
cabía toda su intelectamenta;
pero una chica, pal juego floral,
no hace falta que haya inventao la imprenta.
Tan linda flor…
Al fin se las piró a lo natural,
dejándome en lo propio un purgatorio,
y no pudo curarme de ese mal
ni la botica de San Palmatorio.
Rabia me dio, pero, ya desangrao,
mi corazón la tiene perdonada
de habérmelo dejao tan desgarrao
que a nadie ya puede servir pa nada.
Tan linda flor…
*****
LOS OMBLIGOS
(Le nombril des femmes d'agents)
Ver un ombligo de mujer de ejecutivo no es pintura
para elevarlo a uno al cenit del Arte ni de la Cultura:
Pero hace poco hubo en París un hombre probo y obsesivo
por contemplar sólo un botón de cónyuge de ejecutivo.
“Ay, me hago viejo” suspiraba “y en el curso de mis días
ombligos me ha tocado ver de todas las categorías:
de esposas de industrial, de juez, de cura, de guardián de
archivo,
pero un ombligo nunca ví de una mujer de ejecutivo.
Mi padre vio, como me veis, ombligos de mujer de agente;
gozó mi hermano la visión del de señoras de intendente;
vio mi hijo el timbre de una tronca de ministro progresivo
y yo no he visto ni un ombligo de mujer de ejecutivo.”
Así andaba gimiendo en público el buen hombre, cuando en
esto
la hembra de un Cuadro Superior, tendiéndole su ombligo
honesto,
le dijo: “Voy a terminar con su tormento corrosivo:
le haré el ombligo ver al fin de una mujer de ejecutivo.”
“¡Aleluya!” clamó el vejete “Vino el éxito a mi empeño.
¡Moción de gracias al Señor! que voy a realizar mi sueño.”
¡Moción de gracias al Señor! que voy a realizar mi sueño.”
Emocionado se internó
bajo el corsé caritativo,
fijos los ojos al botón de una mujer de ejecutivo.”
Mas, ay, que estaba reventao por el exceso de su celo,
y cuando el blanco iba a alcanzar de 15 trienios de anhelo,
la muer-muer-muerte lo atrapó a un palmo ya de su objetivo.
Nunca un ombligo pudo ver de una mujer de ejecutivo.
LA MUJER DE ABEL
(La femme d'Hector)
En
nuestra horda incivil
¿cuál
es la más gentil,
la
más amable de las
damas
de los demás?,
¿cuál
nuestra tata angelical,
la
hermanita de cada cual?
Siempre
al quite en la mala hora,
¿quién
es ese hada bienhechora?
No
es la mujer de Beltrán,
no
es la de Sebastián,
no
es la de Segismundo;
no
es la mujer de Fermín,
la
mujer de Agustín
ni
la de Benjamín;
no
es la mujer de Raúl
ni
la de Barbazul
ni
la de Turismundo,
menos
aún la mujer de Fidel,
que
es la mujer de Abel.
Como
hay mucho que trotar
pa
encontrar qué jalar,
siempre
con llagas al fin
se
nos ve el calcetín;
y
¿quién nos zurce tanto horror
con
hilos de cualquier color?:
¿quién
nos borda con mil trabajos
de
un arco iris los zancajos?
No
es la mujer…
Si
nos atrapan, ¡San Diez!,
con
la mano en la red,
y
nos echan en chiron-
a
a mondar cañamón,
¿cuál
es la que, con terquedad
de
perro fiel y contumaz,
se
queda en guardia ante la puerta,
hasta
que se nos reconvierta?
No
es la mujer…
Si
uno al palmar se nos fue y
nos
ordena la Ley
desalojar
el local
del
despojo mortal,
¿quién
revuelve la población
pa
que de saldo y de ocasión
le
hagan tremendos funerales,
casi
casi que nacionales?
No
es la mujer…
Y
cuando llama al amor
Mayo,
el mes de la flor,
y
al amor vamos a aullar
sin
eco en el solar,
¿cuál,
de la pena que le dda,
a
echársenos al cuello va?,
¿la
que nos colma de delicias
de
sus ahorros de caricias?
No
es la mujer…
No
echemos perlas a los
marranillos
de Dios;
no
prediquemos a ton-
tas
y a locas sermón;
no
le cantemos hipipís
a
memos, lelos ni gilís,
a
roñosos ni papanatas
ni
a las repipis y pazguatas,
ni
a la mujer de Beltrán
ni
a la de Sebastián
ni
a la de Segismundo,
ni
a la mujer de Fermín,
la
mujer de Agustín
ni
la de Benjamín,
ni
a la mujer de Raúl
ni
la de Barbazul
ni
la de Turismundo,
ni
menos a la mujer de Fidel:
sí
a la mujer de Abel.
NOVENTA
Y TRES VECES DE CIEN
La
mujer, que lo tiene todo justo,
para
darle a la carne fiesta y gusto,
la
mujer, que nos hace arder en tal
pasión
brutal,
la
mujer, es más bien sentimental.
Mano
con mano largas paseatas,
flores,
cartitas, versos, serenatas,
locuras,
crímenes por sus encantos, la hacen, oh,
suspirar,
pero
Noventa
y tres veces de cien
la
mujer se aburre jodien-
do
y, que lo apruebe o lo corrija,
no
se le ríe a cada paso la rendija.
A
los gilis que se lo creen
hermosos
cuernos se les ven.
A
la hora de pasar al tajo
triste
a me nudo está, ¡carajo!
Si
no oye el “Pin” del corazón,
tampoco
el coño dice “Pon”.
Los
“Sigue”, los “No pares”, los “Qué vuelo”,
que
grita para hacer que sube al cielo,
son
pura caridad: sus estertores de pasión,
los
más, mentiras piadosas son:
todo
es a fin de que su contrincante
se
crea que es un hacha como amante,
que
al gallo imbécil que la monta no le dé un parón
de
desilusión.
Noventa
y tres….
Salvo
que ame al tipo: en ese caso,
a
sus caricias siempre haciendo caso,
siempre
dispuesta al trance, a la emoción, entonces, ah,
se
aburre, pero cuenta no se da;
o
que tenga la vulva salomónica
y
sufra de ninfomanía crónica
que
entonces puede hacerle a su galán pasar, en fin,
por
las de Caín.
Noventa
y tres…
Ya
oigo correr los comentarios de ésos
que
creen en reinos de hadas y embelesos:
“Es
porque eres un torpe, un pato y, claro, así no harás
que
pierda la cabeza ella jamás”.
Puede.
Pero si os cargan pese a todo
las
cargas de esos “Miren cómo jodo”
damas,
mientras dejáis que os coman el pastel decid
en
voz baja así:
Noventa
y tres...
*****
MORIR
POR IDEAS
(Mourir pour des idées)
(Mourir pour des idées)
¡Morir
por una idea!: idea interesante;
por
no tenerla, yo por poco fallecí:
pues
los que la tenían, mayoría aplastante,
aullando
"¡Muera, muera!" se echaron sobre mí.
En
fin, me han convencido: mi Musa desatenta
reniega
de su error y vota su moción,
con
una leve enmienda a la formulación:
por
la Idea morir, sí, pero a muerte lenta,
sí, pero a muerte
lenta.
Visto
que nada va a perderse con la espera,
vamos
al otro barrio sin prisa por llegar:
pues,
si aprieta uno el paso, puede ocurrir que muera
por
ideas que ya han mandado retirar.
Pues
bien, si hay algo amargo y triste, es darse cuenta
al
rendir uno a Dios el alma, de que no
cogió
la buena idea, de que se equivocó.
Por
la Idea morir, sí, pero a muerte lenta,
sí, pero a muerte
lenta.
Los
que con más ardor predican el espicho
casi
siempre acá abajo se suelen demorar:,
"Morir
por una idea" es (nunca mejor dicho)
la
razón de su vida, y la han de aprovechar.
Los
hay que, con el noble ideal que los alienta,
si
se descuidan, viven más que Matusalén;
deduzco
que se dicen aparte ellos también
“Por
la Idea morir, sí, pero a muerte lenta,
sí, pero a muerte
lenta.”
De
ideas que den pie para estirar la pata
sectas
de mil colores ofrecen arsenal;
así
que se pregunta la victima novata:
"Morir
por una idea, muy bien, pero ¿por cuál?";
y,
como se parecen una y otra y cuarenta,
al
verlas con sus mil pendones avanzar,
el
listo en torno al hoyo da vueltas sin parar.
Por
la Idea morir, sí, pero a muerte lenta,
sí, pero a muerte
lenta.
Y
al menos, si bastara un par de escabechinas
para
que todo al fin cambiara y fuera bien,
después
de tantos siglos de ilustres sarracinas
tendríamos
acá que estar ya en el Edén;
mas
la Edad de Oro siempre mañana se presenta:
el
Dios del Ideal jamás calma su sed;
y
es siempre muerte y muerte, muerte una y otra vez.
Por
la Idea morir, sí, pero a muerte lenta,
sí, pero a muerte
lenta.
Ustedes,
los que animan a pasar por el tajo,
mueran
delante: el paso les cedemos, y ya;
pero
dejen vivir a los otros, ¡carajo!;
la
vida es todo el lujo que en vida se les da.
Porque,
al fin, la Pelona nunca pierde la cuenta:
no
hace falta que nadie le ayude en su misión.
¡Basta
de fantochadas al pie del paredón!
Por
la Idea morir, sí, pero a muerte lenta,
sí, pero a muerte
lenta.
*****
*****
REBOTES
EN EL AGUA
(Les
ricochets)
Dejé
mi ciudad
(tenía
la edad
de
trece más cinco)
y
un día que tal
en
la Capital
me
puse en un brinco;
no
fue: “Aquí, París,
tu
y yo bis a bis”
de
entrada mi grito:
que
tu Rastignac
no
tema, Balzac,
que
con él compito.
Burgueses
de pro,
tranquilos,
que no
os
turban el sueño:
no
es más que un simplón
que
trepa hacia el Mon-
parnaso
pequeño.
No
es de extrañar
que
fueran a dar
mis
pies de seguido
al
Pon Mirabó,
a
decirle “Ho-
la”
al lírico herido.
Ni
brujo aprendiz
preví
yo, infeliz,
el
gran alboroto
que
en mi estaribel
iba
armar aquel
paseo
devoto:
que
mi corazón
iba
en la ocasión,
según
su rutina, a
quedar
(mira tú)
prendado
de su
primer
parisina.
El
caso es que allí
abajo
la ví
junto
a unos pilotes,
la
linda, tratar
de
hacer con mal ar-
te
en aguas rebotes.
No
es por presumir,
pero
hay que decir,
sin
darle más porte,
que
yo a la sazón
era
un campeón
en
ese deporte.
“Si
un beso me das”,
propuse
sin más
a
la damisela
“te
enseño en un tris
el
arte del ris-
con-ras
a mi escuela”.
Trato
hecho: en tirar
maestra
sin par
salió
en una horita,
la
paga me dio,
muriéndome
yo,
su
boca exquisita.
Y
tiempo a correr,
(la
Prensa de ayer
así
lo relata)
había
que andar
muy
listo pa hallar
una
china chata.
Rehicimos,
del Pon
t
Alexandre al Pon
d’Iená,
a lo moderno,
y
hasta San Michel,
el
mapa de aquel
País
de lo Tierno.
Fue
hermoso, y pasó:
del
Pon Mirabó
la
linda locuela
un
día pegó
rebote
y salió
dejando
la estela:
por
un vejastrón,
veleta,
a traición
dio
un giro de flecha,
rico
y con mansión,
pa
más irrisión,
a
Orilla Derecha.
No
poco lloré:
la
lágrima me
duró
la quincena:
se
dice que al pie
de
Auteil (mira qué)
crecer
se vió el Sena;
y
si al Pon d’Almá
no
fui a anegar, ah,
mi
pena inefable,
es
que el agua allí
ya
entonces pa mí
no
estaba potable,
y
que había ya
visto
esta verdá
(que
abismos me abre),
que,
vivo ni muer-
to
es más bien incier-
to
el llegar al Havre.
No
es para llorar:
vamos,
al pasar,
sin
rabia ni ruido,
al
Pon Mirabó,
a
decirle “Ho-
la”
al lírico herido.
****
****
("Fernande")
Rutinillas
de solterón,
yo he
tomao la costumbre
de
aligerar mi pesadumbre
a los
sones de esta canción:
Cuando pienso en Teresa
se me pone tiesa;
cuando pienso en Belén,
tiesa también;
cuando pienso en Cristina,
rediós, que se me empina;
si pienso en Mariló,
pues no, ya ven que no.
En esto de empalmar
no se puede mandar.
Esta
exaltante cantinela
que a la
firmeza incita
se oye
sonar en la garita
del
aguerrido centinela:
Cuando
pienso…
Pa hacer
más dulce el desamparo,
la
soledad más tierna,
mientras
vigila su linterna
canta el
farero allá en su faro:
Cuando
pienso…
Tras el
rezo en el refectorio,
sin
virgen que le asista,
canta
triste el seminarista
hincado
en su reclinatorio:
Cuando
pienso…
Cuando
mis flores fui llevar
a la
Cruz del Caído,
al
soldado desconocido
con
emoción le oí cantar:
Cuando
pienso…
Y pongo
aquí punto final
a este
viril rosario,
sugiriendo
a los solitarios
que lo
hagan su himno nacional.
*****
Con Cayetano Bravo (contrabajo) y Joanma Romero (guitarra).
Nuestra primera actuación en directo ("L'andalús", Favara,1995)
Con Agustín García Calvo en el 'Made in Spain' (Cullera, 1996)
presentando estas versiones.
*****
Ensayando "Los ombligos" en Russafa (Valencia) con Anna Garcia (contrabajo)
y Carlos Carrasco (guitarra) / Vídeo: Javi Sanmartin, 2014
***
"Cuando pienso en Teresa" / "Cançó de l'Enriqueta"
("Fernande")
en la Sala Russafa Octube de 2014
junto a MIQUEL PUJADÓ
Selfa canta Brassens, versiones de Agustín García Calvo
Selfa canta Brassens en castellano